martes, 25 de enero de 2011

LUEGO


Cuando leo a Luis Alberto de Cuenca

encojo hasta casi desaparecer.

Cuando leo a Luis Alberto de Cuenca

me quedo sin palabras.




Era tarde para cambiar de profesión,
de amigos, de pareja, ya sabes

lo que son las hipotecas,
los bancos te vacían los bolsillos

y se quedan tan anchos. Mientras la gente
se muere de frío por la calle
y luego nos quejamos de que

la calefacción es lenta y se nos

enfrían los pies. Una pierna

infectada de gangrena se exhibe

en el tren por unas monedas

o algo de comer. Y luego

nos quejamos.

1 comentario:

  1. Cuando leo a May la Goulue
    siento a May la Goulue
    Cuando siento a May la Goulue
    siento el recorrido de cienmil cienpies
    desde mi espalda hasta la nuca.

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