sábado, 1 de agosto de 2009

EL GRAN FINAL


Gotas de agua.

Gotas de agua cayendo en un lago,
creando ondas.
De pronto el agua gotea de un grifo.
Una hilera de lavabos gotean al unísono,
cada vez más deprisa,
el agua sale a toda presión,
los lavabos, antes blancos y relucientes,
envejecen repentinamente,
se ensucian, se desgastan,
y el agua rebosa turbia...
Se desborda.
En el suelo se junta formando un río turbulento
que corre entre las raíces de los árboles
arrastrando montones de ramas secas.

Vasos, pequeños vasos
de color rosa transparente,
alineados sobre una impecable
barra negra.
Gotas de licor cayendo
dentro de los vasos.
Gotas de sangre cayendo
en uno de los vasos.
Y entonces, alguien deja caer
un trozo de carne
dentro del vaso ensangrentado.
El vaso se derrama
y se dibuja un hilo de sangre
que se divierte haciendo formas,
que se convierte en una masa
rosada y redondeada.
Es un cerebro.
Probablemente, mi cerebro.
En la oscuridad descubro la luz
que entra por una cerradura.
Tengo miedo, no sé porqué,
intuyo que hay algo horrible al otro lado.
Me asomo con cuidado,
pero al otro lado hay un ojo que me mira,
como si de un espejo se tratara,
salvo por la hiedra.
La hiedra se cuela por la cerradura
y me rodea el cuello,
me engancha y me arrastra
al otro lado
a través de la cerradura
por la que nunca debí
haber mirado.

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