viernes, 31 de julio de 2009

Caída libre

Ya no recuerdo cuándo
ni cómo me enamoré de ella,
claro que, la conozco practicamente
desde que nací.

No comprendo
cómo hemos llegado hasta este punto.
Desde hace ya unos años
nuestra relación roza los límites
del amor y del odio.
Porque yo la quiero,
es más, la necesito...
Sé que no puedo vivir sin ella.
Pero a veces mis ansias,
la manera en que la absorbo,
impidiéndole cualquier otro contacto,
consumiéndola...
sin que ella oponga la menor resistencia.
Todo eso cae sobre mi conciencia
y aplasta mi espíritu, entonces
adopto una conducta autodestructiva,
la insulto, la escupo,
la expulso de mi vida.
La odio...
La odio por estar siempre ahí,
esperándome, alimentando mis fantasías...
Y no me queda más remedio,
me alejo y los días
se vuelven interminables,
sin saber nada de ella,
odiándola y añorándola
al mismo tiempo,
sintiendo ese vacío en mi interior.
Recordando la última crisis,
esa sensación,
el sabor amargo en la garganta
tras la confrontación,
la falta de oxígeno
y las lágrimas no reconocidas.
Por hache o por be
siempre acabo cayendo.
Y es que sin ella
me flaquean las piernas,
me faltan las fuerzas
y las ganas de reír.
Y sé que sin ella,
simplemente
podría morir.

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